Hubo un día, en
Tulumba;
en que despertó la magia.
Desde las calles; el idilio,
se asomó en cantares
para encender faroles para abrir portales
para despertar; alegría pícara,
la atención de doncellas dormidas.
Derramándose almíbar,
la magia, fue endulzando
las gargantas masculinas, de melodías
para ofrecer a la mujer pretendida;
sentimientos que el varón escondía.
Un día, en Tulumba;
la noche, por el varón, fue elegida
para regalarse en canto y así serenateando;
ofrecer su amor con fina galantería.
Desde ese día…perfume a serenatas
tiene el amor en Tulumba,
tierra de varones
que en noches de románticos portales;
ofrecían a su amada
ramilletes de amor en melodías azucaradas.
Carmen del Valle Picardo